LA HERIDA
Nada, ni el sordo horror, ni la ruidosa verdad, ni el rostro amargo de la duda, ni este incendio en la selva de mi cuerpo que amenaza con no extinguirse nunca, ni la terrible imagen que golpea mis ojos y tortura mi cerebro, ni el juego cruel, ni el fuego que destruye esa otra imagen de armonía y fuerza, ni tus palabras, ni tus movimientos, ni ese lado salvaje de tu calle, impedirán que encienda en tu costado la luz que da la vida y da la muerte: tarde o temprano sangrará tu herida, y no será momento de hacer frases.
Luis Alberto de Cuenca
Nada, ni el sordo horror, ni la ruidosa verdad, ni el rostro amargo de la duda, ni este incendio en la selva de mi cuerpo que amenaza con no extinguirse nunca, ni la terrible imagen que golpea mis ojos y tortura mi cerebro, ni el juego cruel, ni el fuego que destruye esa otra imagen de armonía y fuerza, ni tus palabras, ni tus movimientos, ni ese lado salvaje de tu calle, impedirán que encienda en tu costado la luz que da la vida y da la muerte: tarde o temprano sangrará tu herida, y no será momento de hacer frases.
Luis Alberto de Cuenca
0 Comments:
Enviar um comentário
<< Home